En memoria y honor de la Duquesa

Origen del refugio

La historia de Duquesa

Hola, soy Angélica, y quiero contarte brevemente por qué decidí abrir el Refugio de la Duquesa. Me involucré en el rescate animal a los 16 años, justo cuando llegué a Metepec, estado de México. Había tantos cachorros en las calles que comencé a rescatarlos y a llevar perros y gatos para esterilizar. Los que podía, les buscaba un hogar. Mi mamá siempre ha sido mi aliada en esta labor, tal vez porque es compasiva y solidaria, incluso antes de enfrentar una discapacidad física.

Duquesa era una perra mestiza de pastor alemán que le regalaron a mi abuelo cuando era una cachorra. Vivió en nuestra casa durante muchos años, brindando amor, compañía y cuidado. Un día, mientras los niños jugaban en la calle, como solían hacerlo, Duquesa decidió acompañarlos. Una camioneta de la perrera pasó y se la llevó. A pesar de que mi tío Alfredo, quien era un niño en ese entonces, corrió a casa pidiendo ayuda, ya se la habían llevado. Tristemente, ningún adulto se tomó el tiempo para buscarla. Como sabemos, las perreras municipales tienen la triste tarea de sacrificar a los animales que recogen en las calles. Duquesa enfrentó esa muerte sola, con miedo y sin entender por qué.

Aún hoy, a mi tío Alfredo se le llenan los ojos de lágrimas al recordar a Duquesa. Los perros tienen ese don de revelar nuestros sentimientos siempre.

Enterarme de lo que le ocurrió a Duquesa destrozó mi corazón. Sentir su triste e injusto final despertó en mí empatía por los indefensos. Su historia me inspiró a hacer algo para honrar su memoria. Así fue como decidí nombrar mi refugio en su honor. Es mi modesta contribución a la lucha por el bienestar animal y un homenaje a esa criatura amorosa que tocó nuestras vidas.

“El amor solo crece compartiendo. Solo puedes tener más para ti, dando a otros.”

― Brian Tracy